[...] Fue una experiencia terrible, pero durante el año que pasé allí
tuve tiempo de pensar y llegué a la conclusión de que la mayor pérdida que había tenido nunca era la de mi corazón. Mientras estuve enamorado me sentía el hombre más feliz de la tierra,
pero nadie que no tenga un corazón es capaz de amar. Por eso estoy decidido a pedirle a Oz que me dé uno. Si lo hace, volveré junto a la muchacha Munchkin y me casaré con ella. [...]
'El Mago de Oz' (1900) por L. Frank Baum.
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