sábado, 21 de julio de 2018

La pérdida de Igueriben y el sacrificio del comandante Benitez.



La operación que llevó a cabo el general Navarro para socorrer a los hombres de Igueriben el 21 de Julio de 1921 fracasó por muchos motivos, siendo quizás el más importante el escaso espíritu combativo con el que los soldados, la mayoría procedente de reclutas forzosas, poco entrenados, mal pagados, alimentados y armados, se dirigieron a la batalla, según recogería posteriormente en un parte el teniente Casado.

El general Navarro, conocedor del estado físico y psíquico de la tropa con la cuál debía socorrer a los hombre asediados en Igueriben, con carácter previo a emprender la orden recibida, puso en conocimiento del Comandante General mediante un telegrama que "... [el espíritu de las tropas] no es todo el necesario para compensar la debilidad ... me creo en el deber de exponer la desconfianza de no conseguir el objetivo ... [y espera órdenes sobre] si verifico el convoy o preparo la evacuación de Igueriben.".

A las 12:30 horas el general Silvestre presenciaría el fracasado auxilio ya anunciado previamente por el general Navarro. Fracaso que fue seguido por una retirada de las tropas, ante la que el asediado comandante Benítez respondería con dureza en un telegrama: "parece mentira que dejéis morir a vuestros hermanos, a un puñado de españoles que han sabido sacrificarse delante de vosotros."  A pesar de que las palabras del comandante Benítez no fueron bien recibidas por el general Silvestre, éste último acabaría contestando al comandante que estaba autorizado para pactar con el enemigo la rendición de la plaza de Igueriben. El comandante Benítez volvería a dar muestra de su espíritu combativo contestando al general que "los oficiales de Igueriben mueren pero no se rinden."


A las 16:00 horas las avanzadillas españolas más próximas a Igueriben comenzaron a replegarse. Al presenciar dicha retirada, el comandante Benítez reunió a sus oficiales y anunció su decisión de abandonar la posición sacrificando sus vidas para así salvar la de sus hombres. Previamente había enviado un heliograma al general Silvestre escrito en estos términos: "Nunca esperé recibir de V.E. orden de evacuar esta posición, pero cumpliendo lo que en ella me ordena, en este momento, y como la tropa nada tiene que ver con los errores cometidos por el Mando, dispongo que empiece la retirada, cubriéndola y protegiéndola debidamente, pues la oficialidad que integra esta posición, conscientes de su deber, sabremos morir como mueren los oficiales españoles.".

El comandante Benítez formó una columna en un desesperado intento de salvar a los pocos hombres que pudieran hacerlo:
  • Vanguardia: al mando del capitán D. Arturo Bulnes.
  • Flanco izquierdo: al mando del teniente D. Alfonso Galán Arrabal.
  • Flanco derecho: al mando del teniente D. Luis Casado Escudero.
  • Grueso, con los heridos y enfermos, al mando del propio comandante Benítez.
  • Retaguardia: al mando del capitán D. Federico de la Paz Orduña.
Los demás oficiales se repartieron entre las columnas. El comandante Benítez distribuyó las municiones (20 cartuchos por cabeza) y 15.000 pesetas de la caja de las compañías, "con el encargo de reintegrarlas en el regimiento si se abriesen camino." A continuación ordenó quemar las tiendas, inutilizar el material y transmitir un último mensaje a Annual: "Solo quedan doce cargas de cañón, que empezaremos a disparar para rechazar el asalto. Contadlos, y al duodécimo disparo, fuego sobre nosotros, pues moros y españoles estaremos revueltos en la posición."



Nada más comenzar la salida, la mitad de la sección de vanguardia cayó en la puerta de la posición, atacada por los rifeños que irrumpían en masa en la posición. Pero los supervivientes no se replegaron, sino que se lanzaron a la bayoneta pendiente abajo para unirse a los españoles que liderados por el general Navarro se retiraban. Todos los oficiales que se quedaron atrás sobre los sacos terreros, fusil al hombro, disparando sobre los rifeños para cubrir la huida de sus hombres, resultaron muertos, con la excepción del teniente Casado que, herido, fue dado por muerto en la confusión del asalto final, y hecho prisionero posteriormente junto a un soldado.

El comandante Julio Benítez Benitez murió al frente de sus hombres, a los cuales nunca abandonó durante los cinco días que fueron sitiados en Igueriben. 

Según las versiones más optimistas, en Igueriben murieron 320 de los 354 hombres que componían la posición.



BIBLIOGRAFÍA:
  • Servicio Histórico Militar. Historia de las Campañas de Marruecos. Tomo III. Madrid, 1981. Páginas 353-439
  • Palma Moreno, Juan Tomás. Annual 1921. 80 años del Desastre. Almena ediciones. Madrid, 2001.
  • Pando Despierto, Juan. Historia secreta de Annual. Ediciones Temas de Hoy, S.A. Colección Historia. Madrid, 1999
  • Parte del teniente D. Luis Casado Escudero, único oficial superviviente de Igueriben. Citado por Servicio Histórico Militar. Historia de las Campañas de Marruecos. Tomo III. Madrid, 1981. Páginas 639 - 643.
  • http://www.oocities.org/annual_1921/02_04_igueriben.htm 


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