Me ha gustado leer a Quevedo en una de sus más importantes obras, a pesar de que no llegase a cumplir en cierto sentido con mis expectativas.
Creo que el autor ha sabido reflejar el carácter y sinvergonzoneria propia e inherente a la personalidad y fama que les era propia a los españoles en la época en la que transcurre la trama.
El hecho de que la novela no haya cumplido con mis expectativas se debe a que según me adentraba en la trama de la misma, ciertos comentarios del protagonista aderezados con el ambiente en el que se presentaba la historia, invitaban a pensar que se narrarían más de los trucos y anécdotas que, por ser propios de «buscones», Don Pablos se encanta de demostrar en la narración.
Muy a mi pesar, esto no sucede según se avanza con la lectura. Estas bellaquerias no se narran ni con la frecuencia ni con el humor o «guasa» con el que ocurren en otra famosísima novela de picaresca como lo es "El Lazarillo de Tormes".
A pesar un poco de esta, digamos, desilusión, el hecho de que la novela sea tan breve y al mismo tiempo tan rica en vocablos hace que sea distinta a muchas otras y merezca la pena leerla.
Mi nota final sería de un seis.
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